THREE KEY YEARS

de George C. Halvorson

Hay mucha gente que no sabe que los primeros tres años de vida son claves para el desarrollo cerebral de cada niño.

Los niños cuyos cerebros se ejercitan durante esos años clave —gracias a los adultos que les hablan, les leen e interactúan con ellos— tienen cerebros más fuertes. Los cerebros de los niños que están aislados y no se ejercitan lo necesario durante esos primeros tres años se encuentran en gran desventaja, y es sumamente difícil que los niños cuyos primeros años clave han pasado recuperen ese tiempo.

Necesitamos que todos los niños ejerciten sus cerebros en esos años claves. También necesitamos que todos los niños tengan la sensación de seguridad que surge de tener interacciones con un adulto cariñoso durante esos años claves.

Los neuroquímicos negativos pueden producir daños físicos al cerebro de los niños que están aislados durante esos años clave y generar estrés tóxico

Three Key Years (Tres Años Clave) explica qué pueden hacer los padres, las familias, las comunidades y el personal de las guarderías infantiles para fortalecer el cerebro de cada niño durante esos meses y años clave. Una prioridad máxima de salud pública para los Estados Unidos debería ser transmitirle esa información a cada padre incluso antes de que nazca su hijo. Nuestro deber es explicarle esos conocimientos a cada padre y compartir con ellos esas realidades sobre cómo ayudar a sus hijos.

Three Key Years también explica qué pueden hacer las personas que los cuidan para ayudar a los padres en esos plazos esenciales y qué pueden hacer las comunidades para cambiar la vida de los niños.

Cada niño que salvamos se beneficia de por vida. Debemos salvar a cada niño, y debemos hacerlo de maneras que estén dirigidas específicamente a todos y cada uno de los niños que salvamos.

Cada cerebro se desarrolla por sí solo. Cada cerebro necesita ejercicios básicos para ser fuerte. El ejercicio adopta formas muy básicas. Hablar, leer, interactuar y cantarle a cada niño ejercita cada cerebro y lo fortalece de modo directo.

Las brechas de aprendizaje entre los grupos de niños que existen en tantas comunidades hoy en día no deberían existir.

Sabemos por qué existen esas brechas. Los estudios demuestran, por ejemplo, que las personas con ingresos más altos suelen decirle más palabras de manera directa y leerle muchos más libros a cada niño.

Los hogares con mayores ingresos promedian los doce libros por niño. Más de la mitad de los hogares con ingresos más bajos —y más de la mitad de las guarderías infantiles para los niños de más bajos ingresos— no tienen ningún libro. Los grupos familiares de ingresos más altos leen para sus hijos más de 1.500 horas por niño entre el nacimiento y el jardín de infantes. Los grupos familiares de más bajos ingresos les leen a sus hijos menos de treinta horas en la misma cantidad de tiempo.

Aproximadamente la mitad de los hogares con Medicaid no tiene libros, y está claro que los niños sin libros no se benefician de la lectura diaria; no obstante, el treinta por ciento de las madres con Medicaid tienen libros y les leen a sus hijos todos los días.

Se puede hacer. Se puede hacer por cada niño. Se puede hacer independientemente del nivel de ingresos y se puede hacer independientemente de la raza, origen étnico o sexo del niño. Podemos ayudar a los niños de cada grupo y de cada nivel de ingresos que necesite ejercitar el cerebro durante esos meses y años claves. Necesitamos que a cada niño de cada grupo le hable un adulto, interactúe con él y le lea durante esos meses y años claves.

Cuando hagamos eso con todos los niños, haremos que desaparezcan las brechas de aprendizaje que tantos desafíos presentan.

Three Key Years explica cómo se puede hacer y por qué necesitamos tanto hacerlo.